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per | 8/03/2021 | Comunicación, Comunicación de crisis, Covid-19 | 0 comentarios

Mientras gran parte de Europa continúa inmersa desde hace meses en la crisis global provocada por la pandemia del Covid-19, hay países que han recuperado la normalidad con una rapidez envidiable, como es el caso de Nueva Zelanda. Factores geográficos y climatológicos al margen, un nombre destaca por su eficacia en la gestión de la crisis más importante que ha sufrido el mundo en el último siglo: el de la primera ministra Jacinda Arden.

Su liderazgo tranquilo y dialogante, su empatía comunicativa y su capacidad de conectar con los ciudadanos han sido factores clave para superar la crisis con éxito y, incluso, resultar reelegida con una amplia mayoría de votos. Su lema de campaña resume a la perfección esta combinación de determinación y empatía: «Be strong, be kind, we will be OK».

Un ejemplo a seguir

Nueva Zelanda, un país con 5 millones de habitantes, ha registrado menos de 2.000 contagios y tan sólo 25 muertes por Covid-19. Su estrategia: un cierre estricto de fronteras, la realización de tests masivo a la población y el rastreo constante de los contactos de los infectados. Y a la menor alerta de contagio, de nuevo cierre estricto, test y rastreo. Arden se ha rodeado desde un buen principio de un equipo de expertos independientes que la han asesorado en todo momento, y ella ha tenido la valentía y la humildad de seguir sus consejos.

Durante la crisis, ha sido omnipresente en los medios de comunicación y en las redes sociales, dando siempre mensajes cortos, con información clara y precisa, siempre con un tono de esperanza e incluso, ya superada la pandemia, con sentido del humor. Uno de sus consejos más valiosos en el inicio de la pandemia fue pedir a sus conciudadanos que se comportaran como si fueran positivos de Covid con todos aquellos que no formaran parte de su burbuja más íntima, involucrando así a los ciudadanos en su propio bienestar.

«Somos un equipo de cinco millones de personas y, entre todos, venceremos al virus», les dijo.

Empatía, proximidad, capacidad para hacer equipo y velocidad en la toma de decisiones; humildad para escuchar a los expertos, coherencia en las actuaciones y calma en medio de la tormenta. Estas han sido las claves del éxito no sólo de Arden sino de otros liderazgos femeninos que han destacado especialmente en esta pandemia, desde la veterana Angela Merkel – uno de los vídeos más virales de la pandemia fue su discurso del pasado mes de diciembre- hasta una jovencísima primera ministra finlandesa Sanna Marin, que con 35 años ha lidiado con la crisis como una auténtica profesional, utilizando los influencers para difundir mensajes a los jóvenes e implicarlos en la lucha contra la pandemia.

El caso de Taiwan

Otro caso de éxito es el de Taiwán, un país de 23 millones de personas que tan sólo ha registrado 500 casos y 9 muertes. Su presidenta, Tsai Ing-wen tiene más de 1,5 millones de seguidores en twitter y su cuenta de Instragram, con 800.000 seguidores, está lleno de mensajes con mensajes de ánimos y consejos sobre cómo prevenir la pandemia. Taiwán ha basado su estrategia en el uso de big data, cuarentenas controladas por GPS y una población bien informada.

Por su parte, la danesa Mette Frederiksen también es un ejemplo de agilidad y eficacia en la contención del virus: a mediados de marzo decretó el cierre de escuelas, guarderías y universidades, suspendió todos los actos públicos y recomendó a sus ciudadanos evitar los desplazamientos y el transporte público. La propia reina Margarita compareció públicamente para apoyar las medidas y pedir paciencia y sentido común. El gobierno actuó con rapidez y determinación y los ciudadanos respondieron. También la primera ministra noruega Erna Solberg ha sabido gestionar la crisis con medidas restrictivas pero sobre todo apelando a la responsabilidad individual de los ciudadanos.

Todas ellas son de perfiles muy diferentes pero tienen una cosa en común: saben generar confianza entre sus ciudadanos. Y la confianza, en el ámbito de gestión de crisis, es la base sobre la que construir con éxito el plan de crisis.

Las claves del éxito

Un plan de crisis que se ha adaptado a la situación concreta de cada país pero que ha tenido también unos elementos comunes:

  • rápida aceptación de la situación
  • análisis de escenarios en colaboración con expertos
  • propuesta de soluciones eficientes i viables
  • coherencia en las actuaciones
  • información clara y precisa a los ciudadanos
  • empatía y proximidad
  • complicidad con la población

Todas ellas nos han dado una lección que el resto de los gobernantes deberíamos tener en cuenta.

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