En los últimos 15 años los contenidos audiovisuales han experimentado una auténtica revolución provocada por la llegada de los teléfonos inteligentes y los dispositivos móviles. Hoy, ya no vemos los contenidos visuales en televisión, sino que lo hacemos en nuestros smartphones y tabletas, cuando queremos y donde queremos.
Según datos del estudio de Barlovento Comunicación, el consumo de televisión en España ha pasado de 11,6 millones en 2015 a 9 millones en 2020 y la edad media de los espectadores se sitúa en 54 años. En la otra cara de la moneda, a medida que desciende el consumo de televisión aumenta el número de usuarios de Youtube, que en España ya son más de 31 millones o, lo que es lo mismo, un 82% de los españoles consume contenidos audiovisuales en Youtube.
Esta transformación hacia la comunicación digital ha puesto la comunicación audiovisual al alcance de cualquier organización. Nunca había sido tan fácil y económico producir contenido en video. Hoy, un empleado sin nociones de producción audiovisual puede generar contenidos relevantes, impactantes y originales con su propio móvil, pero sigue siendo necesario producir audiovisuales de calidad alineados con nuestra estrategia comunicativa.
El abanico de posibilidades no para de crecer: transmisiones en directo del lanzamiento de nuestros productos o servicios, demostraciones en vivo, webinars, testimoniales, video tutoriales, videos motivacionales… La lista no deja de crecer. De la misma forma que no dejan de crecer los canales en los que podemos difundir estos contenidos audiovisuales: redes sociales (Instagram, Facebook, Twitter, Twitch… ), mensajería instantánea, e-mail…
Son muchas las organizaciones que se han subido al carro y han incorporado los contenidos audiovisuales para generar confianza, compromiso y reputación. Sin embargo, todavía son pocas las organizaciones que disponen de un plan que determine nuestra estrategia de comunicación audiovisual. Porque producir videos, grabarlos y difundirlos no significa que tener una estrategia clara ni una comunicación coherente con el resto de acciones de nuestra organización.
¿Cuáles son los objetivos de nuestros contenidos audiovisuales? ¿Cuáles son los mejores formatos para conseguirlos? ¿Nuestras audiencias en qué canales se encuentran? ¿Si nuestra audiencia está en Twitch por qué aún no tenemos un canal? ¿La comunicación audiovisual de mi organización está pensada y planificada o se improvisa en función de cada necesidad? ¿Nuestra organización tiene una marca audiovisual sólida o en cada video utilizamos un logo diferente? ¿Qué tipo de música encaja mejor con nuestra organización? ¿Todos nuestros contenidos audiovisuales tienen el mismo tono?
Si queremos conocer la respuesta a todas estas preguntas debemos disponer de un plan de comunicación audiovisual. Sin él, nuestras piezas de video navegaran sin rumbo por el ecosistema digital.
Foto de Donald Tong.
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