Estamos a punto de llegar al ecuador de 2023 y los recordatorios de “Presentar la Memoria 2022” empiezan a dispararse en muchas direcciones de comunicación. Al mismo tiempo, se oye resoplar a más de uno que visualiza aquella conversación tan incómoda y recurrente, propia de Bill Murray en “Atrapado en el tiempo”:
- ¿Podrás pasarme los datos de la Memoria de 2022?
- ¡Uf! A ver si encuentro un hueco la semana que viene para hacértelo.
- Nada… coges la del año anterior y la actualizas. Queríamos darle un aire nuevo, pero al final cambiaremos cuatro fotos y haremos lo de siempre. Total…
La Memoria puede resultar una herramienta de comunicación poco agradecida. En muchas organizaciones es obligatorio hacerla, pero nunca nadie acaba de encontrarle sentido y el que lo encuentra, no tiene tiempo para prepararla como querría.
Así, lo que podría ser un ejercicio excelente para explicarse a los públicos internos y externos acaba convirtiéndose en una tortura de cocción lenta. Tan lenta que no es extraño que llegue pasada.
Algunas instituciones le han dado la vuelta y aprovechan la ocasión para proyectar qué son, qué hacen y, sobre todo, por qué lo hacen. Entienden la memoria como un ejercicio de transparencia hacia sus públicos y una oportunidad para transmitir misión, valores y fortalezas.
El diseño es importante, pero también el contenido y los formatos, especialmente ahora, cuando es tan fácil combinar texto, fotos, gráficos dinámicos, vídeo o incluso sonido para convertir una memoria aburrida en un relato transmedia con todo el sentido en una estrategia de comunicación.
Apuntamos aquí algunas buenas prácticas de instituciones que se lo han tomado en serio:
- Comunican claramente el propósito
- Utilizan la fuerza del storytelling para transmitir un mensaje
- Sitúan a las personas en el centro, con imágenes de calidad y dándoles voz
- Comunican el impacto destacando números relevantes
- Recurren a testimonios sorprendentes o singulares para explicar la actividad
- Incluyen colaboradores que refuerzan sus valores: clientes, proveedores, entidades, etc.
- Hay quien apuesta por la brevedad, con memorias que no se extienden más allá de los 5-10 minutos de lectura y con páginas donde abunda la imagen
Y aquí, algunos ejemplos que destacan especialmente:
- La Memoria de MailChimp de 2020, que mereció diversos reconocimientos por su creatividad y singularidad: https://mailchimp.com/annual-report/mailchimp-hq/
- La empresa pública de aguas de California, que explica cómo funciona un paso para peces o cómo un empleado reparó, justo la madrugada anterior a Acción de Gracias, un escape en una vivienda donde debía celebrarse una gran reunión familiar: https://www.calwatergroup.com/_assets/_29deace9ec5314bd9a36ca7900c9d82c/calwatergroup/db/2250/20789/annual_report/eca1e317-9da7-46ab-b855-3b7594948111.pdf
- La marca de ropa Scotch and Soda que, consciente del impacto de la industria de la moda, dedica la publicación a explicar cómo avanzan hacia una empresa neutra en emisiones. Además, comparten la información a todos sus clientes por correo electrónico: https://www.scotch-soda.com/es/en/discover-our-progress.html
- Minimalism, otra marca de ropa, que practica un ejercicio de extrema transparencia al publicar, de una forma comprensible, los márgenes con los que trabajan y cómo ha ido el año, el primero de su historia sin crecer, nos dicen. Abren la publicación a comentarios y les dan respuesta: https://minimalismbrand.com/pages/transparencia
Convirtamos las memorias en herramientas estratégicas de comunicación. Preguntémonos para qué las necesitamos y encontraremos la mejor hoja de ruta para llevarlas a cabo. Pongámosles ilusión y, como el amigo Bill, dejaremos de estar atrapados en el tiempo.
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