Si tienes que escribir un discurso, por el motivo que sea, trata de escribir uno que la audiencia recuerde, una historia que les llegue y que logre transmitirles la idea o la emoción que buscas. ¿Y esto cómo se hace?

No existe una norma universal sobre cuál es el discurso perfecto, pero sí unas prácticas que te ayudarán a llegar al público cuando realices tu exposición. 

Muchos oradores nos han ido dando pistas a lo largo de la historia…

•  Normalmente me lleva más de tres semanas preparar un buen discurso improvisado. -Mark Twain-

Los buenos discursos son como la buena literatura: hay que cuidar todos los detalles. Ser excelente en la elaboración de discursos no es una cuestión de genética, sino de preparación y de práctica.

Una de las claves para dar un buen discurso que parezca improvisado es invertir tiempo en prepararlo. Los buenos oradores trabajan mucho su discurso para que luego parezca que su intervención ha sido improvisada en cinco minutos. Por lo tanto, el secreto está en practicar, practicar y volver a practicar.

• Si tú no sabes qué quieres conseguir con tu presentación, tu audiencia tampoco lo sabrá. -Harvey Diamond-

Es imprescindible tener claro qué queremos conseguir con el discurso; definir exactamente cuál es el mensaje y los conceptos claves que queremos que nuestra audiencia recuerde. Para ello, la estructura es importante, ya que un argumento lógico y ordenado, es más persuasivo que uno deslavazado. 

Ernest Hemingway, en su teoría del iceberg, decía que la audiencia solo recordará el 20 % de lo que hemos explicado, mientras que el 80 % restante de nuestra exposición quedará olvidada. Así, cuanto más claro tengamos lo que queremos contar, más probabilidades tendremos de conseguirlo.

• Preparar una presentación sin el público en mente es como escribir un discurso de amor empezando con: “A quién le pueda interesar”. -Ken Haemer-

Un buen discurso debe adaptarse a la audiencia. El mensaje y el cómo expresarlo son distintos si van dirigidos a los medios de comunicación, a los accionistas de tu empresa, a los empleados o a tu familia en una celebración en tu casa. Invierte tiempo en conocer a tu público y saber lo que le interesa. 

• Nadie se ha quejado nunca de que un discurso sea demasiado corto. -Ira Hayes-

Resumir un discurso es en ocasiones la parte más difícil del trabajo. Pero también la más inteligente; hay estudios que demuestran que las personas mantenemos la atención de forma ininterrumpida en torno a 20 minutos. A partir de ahí, se empieza a perder a la audiencia. 

La recomendación es eliminar todas las palabras que no sean necesarias para transmitir el mensaje que queremos dar en el discurso. Nos sorprenderemos de todas las que desaparecen. Por lo tanto, no distraigas a la audiencia siendo repetitivo. 

• La simplicidad es la mayor de las sofisticaciones. -Leonardo da Vinci-

Un buen discurso transmite una idea clara, precisa y efectiva. Con frecuencia se intenta hablar de demasiados temas con expresiones complejas y rimbombantes muy lejanas al lenguaje hablado. Una buena práctica para asegurarnos que nuestro discurso es adecuado es pronunciarlo mientras lo escribimos. Ten en cuenta que el discurso es para ser escuchado, no leído.

•  Hablas correctamente cuando tu lengua puede transmitir el mensaje de tu corazón. -John Ford-

Los buenos discursos son capaces de conmover al auditorio sin importar si se habla de la trayectoria de la empresa, de la inauguración de un evento o la presentación de un proyecto. 

La excelencia de un discurso tiene más que ver con los valores que con datos y estadísticas. Si creemos en lo que estamos diciendo nuestro discurso sonará convincente. 

•  Los que cuentan historias gobiernan la sociedad. -Platón-

Dicen que el lenguaje es el arma más poderosa. Si dominas la técnica de escribir discursos tendrás a tu servicio una potente herramienta de comunicación.