En este artículo, quiero compartir una experiencia de mi anterior etapa en el Banc de Sang i Teixits. Cuando se creó el área de comunicación del Banc de Sang, una de las primeras preguntas que nos planteamos fue en qué redes sociales debíamos estar presentes. Era moda entrar en todas las que iban apareciendo, y nosotros no lo teníamos claro ni teníamos suficientes manos ni cabeza para todo. Entonces, mi compañero Manel Gastó recordó la frase mágica: “Si sabes el para qué, terminarás por encontrar el cómo”. Y nos inventamos lo que bautizamos como nuestra fórmula para decidir si entrábamos o no en una determinada red social.

La fórmula respondía al “tan original” nombre de “Nuestras 4C’”:

• Contactos. Si nos permitía ampliar nuestra red de contactos, llegar a más personas, incluso a personas que fueran líderes en algún sector, tener más seguidores aparte de los donantes, etcétera.

• Contenidos. Si podíamos hacer llegar contenidos de nuestra actividad, compartir el conocimiento médico y científico, exponer datos que podían ser interesantes para los seguidores de aquella red…

• Conversaciones. Disponíamos de muchos datos sobre los donantes: conocíamos edades, sexo, de dónde eran y dónde donaban, la puntuación que otorgaban a la experiencia, entre otros. Ahora bien, no podíamos establecer conversación con ellos y plantearles preguntas de mayor calidad acerca de su experiencia, necesidades, sobre qué les gustaría… Así que una idea para decidir si estar o no en una red era pensar si nos permitía conversar o no con los seguidores. 

• Colaboración. En nuestro caso, también nos sería de utilidad una red si nos permitía conseguir ayuda de otros en momentos clave, como por ejemplo cuando pudiera haber escasez de donaciones por cualquier motivo o cuando hiciesen falta donaciones de un determinado grupo sanguíneo o ante dificultades especiales.

Por lo tanto, para decidir si entrábamos o no en una determinada red social, antes analizábamos si cumplía estas “C”. Así decidimos estar en Facebook, Twitter e Instagram y, por el contrario, descartamos otras redes como Snapchat, de moda en aquel tiempo.

Elaboramos un plan de redes y encontramos a Laura, Lluís y Mertxe, que velaban por comunicarse con todo el mundo a través de lo que en aquel momento fueron para nosotros nuevos canales, con el nombre @donarsang. La respuesta ha sido increíblemente positiva, en el día a día y también en momentos excepcionales, como lo fueron los atentados del 17 de agosto o los tiempos de pandemia Covid, cuando ha resultado tan crítico disponer de los perfiles en redes y de una comunidad activa e implicada.

Comparto esta experiencia en el blog de Síntesi, porque estar en las redes sociales conlleva un trabajo intenso y muy riguroso. No vale abrir una cuenta y pensar que ya todo andará solo. Es complejo encontrar las imágenes, las palabras y especialmente el tono con qué las usamos y las respuestas y mensajes que ofrecemos. Por ello debemos valorar y analizar de forma previa y cuidadosamente abrir cuentas. Y debemos plantearnos siempre antes cuál es nuestro “para qué” de estar presente en redes.

Si no lo tenéis claro, mejor no entrar que hacerlo mal, de una forma poco profesional y sin mucho sentido.