En plena época de incertidumbre, de cambios constantes, de dudas e inquietudes por parte de todos, ciudadanos, empresas e instituciones, sería muy de agradecer que nuestros gobernantes se dirigieran a nosotros de forma clara y directa.

En comunicación de crisis se debe jugar, por decirlo futbolísticamente, corto y al pie, sin demasiado florituras ni circunloquios innecesarios. Sobre todo, porque en la mayoría de casos, cuanto más vueltas tiene la información, menos se entiende y más dudas genera.

¿Cuántos discursos largos y aburridos hemos oído estos días sin que nos haya quedado clara ni un solo dato? ¿Cuántas campañas de comunicación se han hecho, con el consecuente gasto asociado, sin que los ciudadanos hayamos recibido ninguna información nueva o útil? ¿Podríamos decir que hasta que hemos llegado a «Distancia-manos-mascarilla» hemos hecho demasiadas vueltas y nos hemos mareado todos?

Datos sencillos, objetivos y comprensibles

La ciudadanía pide datos, sencillos, objetivos y, a poder ser, comprensibles. Y si no se tienen o no se quieren dar, hay que ser lo suficientemente valiente para decirlo, sin tratar de evitar la pregunta haciendo una no-respuesta retórica y vacía de contenido.

Los niños no se dejan engañar y cuando intentas escurrir el bulto dicen «Mamá, no me has contestado la pregunta», y tienen toda la razón. Como periodistas y como ciudadanos, llevamos demasiado tiempo sin que nos respondan a las preguntas y quizás sería hora que lo empezaran a hacer.

También las empresas, muchas de ellas atareadas en continuar con la misma política de comunicación que antes de la pandemia: o bien huyendo de los temas espinosos o bien haciendo interminables comunicados que no lee nadie y desinformando a sus trabajadores.

Quizás algún día aprenderemos que en tiempos difíciles hay que dar respuestas sencillas, que las preguntas complicadas deben tener respuestas claras – incluso si la respuesta es reconocer que no se tiene una respuesta.

Hagámonos un favor y juguemos corto y al pie.