El calendario es implacable. Vuelve a ser marzo y un año más, aunque nos pese, sigue siendo necesario reivindicar el papel de la mujer y la igualdad efectiva con el hombre en todos los ámbitos. Porque queda mucho trabajo por hacer.

También en materia de comunicación, que es nuestro campo. Para conseguir, por ejemplo, una verdadera comunicación igualitaria en las organizaciones más allá del uso de la lengua.

Es evidente que el lenguaje que usamos es muy importante, porque refleja ideas y pensamientos sobre la figura de la mujer y su papel en la sociedad. Y no podemos pasar por alto que estaríamos ignorando al 51 % de la población si nos olvidamos de las mujeres. Pero ¿resulta suficiente evitar el masculino genérico y buscar alternativas como los desdoblamientos de las palabras o sustantivos más genéricos para decir que practicamos una comunicación igualitaria? No, a mi parecer. Porque corremos el riesgo de quedarnos con un simple cambio de formas y no de fondo.

Como acostumbra a explicar Estrella Montolío, catedrática de Lengua Española y asesora en comunicación de las organizaciones, la comunicación igualitaria debe de tener una perspectiva más amplia: las imágenes que usamos, las metáforas, la representación de hombres y mujeres… Para que sea digna y ajustada a la realidad de las aportaciones de la mujer a la sociedad y de sus intereses. Montolío – que ha ayudado a diferentes entidades y organizaciones en este ámbito – asegura que “la defensa de una comunicación igualitaria sin sesgos de género potencia el talento de toda la organización, no solo el masculino”.

Por cierto, dicho sea de paso que tendremos la oportunidad de escuchar a Estrella Montolío en la segunda edición del pódcast Parlem amb Síntesi que tenemos en marcha en estos momentos con expertos y expertas en comunicación.

La comunicación tiene el potencial de crear y legitimar narrativas, actitudes, comportamientos y estilos de vida. Es por ello por lo que la perspectiva de género en la comunicación no es solo usar un lenguaje no sexista, sino preparar productos comunicativos alejados de los roles sexistas y del androcentrismo, o que contribuyan a superar estereotipos.

Como lo hace la campaña “Cheers to All” de Heineken que, con la voluntad de romperlos, visualiza estereotipos preconcebidos a la hora de asignar una bebida en función de un género al presentar diversas situaciones en que una mujer ordena una cerveza, mientras que el hombre que se encuentra a su lado ordena un cóctel y les sirven las bebidas intercambiadas.

Hemos de usar un lenguaje que no invisibilice a las mujeres. De hecho, hemos de usar un lenguaje que no invisibilice, subordine, infravalore, excluya o devalúe a unas determinadas personas ante otras por razón de género, identidad, procedencia, orientación sexual, condición social, capacitades físicas o intelectuales o por cualquier otra. Pero, insistimos, hablando de comunicación en un sentido amplio, no podemos centrarnos exclusivamente en el lenguaje.

Las fotografías de nuestra web, el video corporativo, los carteles, nuestros mensajes y nuestras imágenes en las redes sociales… son elementos que también transmiten unos determinados imaginarios. Por ello resulta necesario velar por la jerarquía que ocupan los hombres y las mujeres que aparecen, por el rol que desarrollan, por las imágenes que relacionamos con personas migradas, por cómo representamos a las personas con diversidad funcional… Para conseguir que nuestra comunicación sea no tan solo igualitaria sino inclusiva.

Además de la administración pública, que debe de ser la primera y ejemplar, son muchas las organizaciones que hace tiempo que trabajan en este sentido y que se han dotado de guías y protocolos. Hemos de aplaudirlo. Sin embargo, la realidad dice que la práctica requiere aún de una mayor intensidad para no quedarnos limitados a la teoría o en un simple cambio formal. Si realmente nos lo creemos, si apostamos por la responsabilidad colectiva que tenemos para conseguir un mundo más justo e inclusivo, es una obligación inexcusable. Nosotros nos lo creemos.