La joven activista sueca Greta Thunberg ha viralizado esta expresión en señalar como mero bla-bla-bla los discursos de los mandatarios mundiales sobre la emergencia climática y la mismísima COP26, la 26 Conferencia de las Naciones Unides sobre el Cambio Climático celebrada en Glasgow.
Ya sea en la política o en la empresa, o en cualquier ámbito de trascendencia pública, a nadie le gusta ser considerado solo como un bla-bla-bla inconsistente, aunque a veces nos pueda parecer que a algunos les da exactamente lo mismo mientras se mantengan. Todos aspiramos a que aquello que decimos sea conocido y reconocido. Por eso es importante prepararlo bien.
Adam Frankel, que preparó muchos de los discursos de Barak Obama en la Casa Blanca y que ahora también asesorará a Kamala Harris, suele explicar que no existe una ley suprema de la redacción de discursos pero que, si hubiera alguna, probablemente sería que “un discurso está hecho para ser hablado, no leído”. Por lo que debemos tener presente la diferencia entre el lenguaje escrito y el oral cuando preparamos nuestro discurso. Porque cuando hablamos usamos oraciones más cortas que las que utilizamos al escribir, cosa que a menudo olvidamos. Un consejo para evitarlo es leerlo en voz alta a medida que lo preparamos.
Los speechwriters, los escritores de discursos, también nos recomiendan:
- Elegir bien la idea que queremos transmitir: No se trata solo de hablar sino de decir alguna cosa. Alguna cosa, no muchas. Si no, el público se distraerá.
- Explicar una historia y estructurarla: Un discurso tiene su propio desarrollo narrativo y aunque solo dure diez minutos debe tener introducción, nudo y desenlace. Una técnica clásica es la de empezar con una anécdota personal que centre la atención en la idea que queremos transmitir.
- Ser conciso: Menos, es más. Saber resumir es a menudo la parte más difícil. Debemos eliminar todas aquellas palabras que no sean necesarias.
- Conocer bien la audiencia: Para poder encontrar no solo el vocabulario adecuado sino también el mejor canal para hacer llegar lo que queremos decir. Con empatía.
Un buen ejemplo de discurso que cumple todas las recomendaciones es el de Oprah Winfrey al agradecer el reconocimiento Cecile B. deMille en la ceremonia de los Golden Globe 2018. ¡Sé bien que ella juega con ventaja como gran comunicadora que es! Pero su intervención, de unos diez minutos, resulta toda una lección en la materia. Oprah habla del poder de la verdad. Lo hace en relación con los casos de acoso y agresiones sexuales que se iban conociendo en Hollywood.
Este poder de la verdad que ella cita debemos tenerlo presente en todas nuestras intervenciones. Porque otra de las recomendaciones de los speechwriters es la autenticidad: nuestro discurso solo será convincente si creemos en lo que estamos diciendo.
Una última recomendación, importantísima y ligada con la autenticidad, es la coherencia. Las palabras deben acompañarse de acciones y estas acciones no pueden ser, de ninguna manera, diferentes de nuestras palabras.
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