¿Cuántas veces hemos oído esta frase, en todo tipo de empresas y organizaciones? ¿Es realmente así? ¿Es siempre un problema a de comunicación, o tendemos a ‘matar al mensajero’?
Vayamos por partes: si bien es cierto que, en cualquier escenario de crisis, la comunicación es una herramienta decisiva para corregir o empeorar la situación, no siempre es la raíz de la situación en sí, más bien al contrario.
Además, el término ‘comunicación’ tiende a ser difuso, una especie de cajón de sastre donde cabe todo.
La comunicación no siempre es la culpable
En el ámbito interno, un mal clima laboral, una situación de estrés continuado, de desmotivación de los empleados o de fuga de talento, es un problema de gestión de los recursos humanos, no de comunicación interna.
Tendremos un problema de comunicación interna en el caso de opacidad, poca claridad o percepción de poca transparencia en la comunicación con los empleados, ahí sí tendremos un problema de comunicación. Y deberemos diseñar acciones y políticas para corregir esta situación, que pasarán necesariamente por la implicación de la alta dirección.
Una mala noticia no es mala comunicación
En el ámbito externo, una mala noticia – desinversiones, ERE’s, fraudes, caída de ventas o problemas de producción – será siempre una mala noticia, y la comunicación podrá contribuir a dar contexto y explicaciones al hecho, a mitigar su impacto en el público, pero seguirá siendo una mala noticia, no una mala comunicación.
En el caso de una buena noticia, si la empresa no sabe capitalizarla, hacerla llegar al público y convertirla en un hecho trascendente, sí tendremos un problema de comunicación y deberemos analizar si el ‘tempo’ o la acción elegida han sido las adecuadas. A veces, una buena noticia mal comunicada pasa desapercibida y, efectivamente, es un problema de comunicación.
En el ámbito de la reputación, es decir, de la confianza y la credibilidad de la empresa u organización, es donde la comunicación tiene un papel protagonista. Una mala reputación es fruto de desconfianza y descrédito y ahí, la comunicación juega un papel esencial.
Diseñar un plan estratégico que integre los objetivos de negocio de la empresa, acompañarlo de un buen plan de contenidos y definir bien las acciones a desarrollar, tanto internas como externas, es la tarea fundamental del área de comunicación de la empresa. Y ello sí contribuye de forma decisiva a su prestigio y reputación.
Dejemos de llamar a cualquier cosa “problemas de comunicación”.
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