El Diccionari de la Llengua Catalana define “síntesi” (síntesis en castellano) como ‘Resumen de una materia o cosa’. La definición seguramente se queda corta para explicar qué ha hecho Síntesi en estos primeros 30 años de historia. Es por ello por lo que os propongo un vistazo inspirador para ir un poco más allá de la definición normativa.
El consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí, por ejemplo, ha dedicado un libro entero (breve, eso sí), a ensalzar la concisión. En Breve elogio de la brevedad (Gedisa, 2004), alerta de que “el pensamiento breve ha sido devaluado y despreciado durante mucho tiempo” y que ahora “hay una mirada nueva hacia lo fundamental, hacia lo profundo, hacia lo esencial”.
¡Sinteticemos! Quedémonos con aquello nuclear.
Pero hay quien da un paso más. El padre del management, Peter Drucker, aseguraba que «una de las tendencias más degenerativas de las últimas décadas ha sido la convicción de que si eres comprensible, eres vulgar».
¡Sinteticemos! Olvidemos lenguajes sofisticados que nos hacen incomprensibles y no comunican.
En esta misma línea, Xavier Marcet, admirador confeso de Drucker (de hecho, es fundador de la Barcelona Drucker Society), dedica grandes elogios a la capacidad de sintetizar en el día a día de los entornos corporativos. Su libro Esquivar la mediocridad (Plataforma Editorial, 2018) está repleto de perlas sobre la capacidad de sintetizar: “Celebro la brevedad. La considero una muestra de respeto a los demás. El esfuerzo de síntesis evita invadir innecesariamente el tiempo de los demás. Celebro la brevedad porque implica invertir bastante tiempo en convertir la brevedad en algo prolífico y brillante. En comunicación, menos es más”.
¡Sinteticemos! Dediquemos las horas que sean necesarias para reducir cuatro páginas a dos, y de dos a una.
El genial divulgador científico Jorge Wagensberg estaría muy de acuerdo con esta idea. Por eso, como gran amante de los aforismos, dedicó un libro entero a estas píldoras de conocimiento sintetizado al extremo: A más cómo, menos por qué. 747 reflexiones con la intención de comprender lo fundamental, lo natural y lo cultural (Booket, 2016). Ya en las primeras páginas sentencia que “una idea buena que no cabe en veinte palabras, pues no es una idea tan buena”.
¡Sinteticemos! Esforcémonos en decir solo aquello imprescindible, sin necesidad de presentaciones infinitas.
También la lingüista Estrella Montolío apunta, en el pódcast Parlem amb Síntesi que “no pensamos lo suficiente sobre la importancia de seleccionar bien las palabras. Es necesaria una reflexión más profunda sobre las implicaciones que se desprenden de las palabras que usamos. No es lo mismo utilizar una palabra u otra porque las asociaciones que despierta una y otra son completamente diferentes”.
En «síntesi»:
- Quedémonos con aquello nuclear.
- Olvidemos los lenguajes sofisticados que nos hacen incomprensibles y no comunican.
- Dediquemos las horas que sean necesarias para reducir cuatro páginas a dos, y de dos a una.
- Esforcémonos en decir solo aquello imprescindible, sin necesidad de presentaciones infinitas.
- Seamos conscientes de que los sinónimos puros no existen.
O aún diría más, diciendo menos:
-
- ¡Larga vida a Síntesi!
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