Si contásemos la cantidad de contenidos corporativos que se emiten cada día a través de webs, redes, acuerdos de branded content y versiones digitales de medios de comunicación y analizáramos la calidad y el interés real que despiertan estos contenidos entre los diferentes públicos y destinatarios, nos estremeceríamos al ver que no aprobarían ningún tipo de examen cualitativo y que, en realidad, no interesan a casi nadie. ¿Por qué? Pues por el simple hecho de que, en la mayoría de los casos, se trata de publicidad encubierta y de baja calidad. Hoy, decir que somos los mejores, que somos los más sostenibles y que todo lo que hacemos es en beneficio de las personas y del futuro de la sociedad, no levanta pasiones.
Los contenidos corporativos necesitan una sacudida con urgencia. Necesitamos como el agua incorporar criterios periodísticos de valor añadido a los planes editoriales de las empresas porque, si no, corremos el riesgo de hacer de la comunicación corporativa algo sin valor y sin interés. Si lo que queremos es llegar en condiciones, ser creíbles y ser valorados por las audiencias, no tardaremos en ver a verdaderas redacciones de contenidos asociadas a las direcciones de comunicación de las diferentes organizaciones.
En lugar de un publirreportaje sin gracia ni sustancia, ¿alguien se imagina un reportaje interesante hablando, por ejemplo, de cómo se fabrica realmente un producto? ¿Alguien piensa en una entrevista seria al directivo en lugar de unas declaraciones manidas y sin ninguna aportación de valor? ¿Alguien visualiza una crónica periodística de calidad para describir el nuevo proyecto tecnológico de la empresa? El periodismo corporativo tiene futuro si realmente lo convertimos en periodismo cualitativo y de valor añadido.
Dejemos de pensar, entonces, en llenar espacios para cubrir cuotas y expedientes y empecemos a pensar en cómo interesar a los diferentes públicos con informaciones valiosas y atractivas, aunque no sean un masaje para la organización.
Siempre digo a los futuros periodistas que hay mucho campo por recorrer en las empresas, pero que no se dejen engatusar por las inercias del márquetin, del CEO, del SEM y de todo aquello que hace inviable un buen artículo.
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