Hace años que sabemos que vivimos en la sociedad de la imagen. Pero, en las últimas décadas, todos los avances técnicos y tecnológicos que se han producido han provocado la sublimación de la imagen como uno de los puntos centrales de nuestras vidas. Hoy más que nunca, las imágenes son omnipresentes y las utilizamos para casi todo: para informarnos, como entretenimiento, para comunicarnos en nuestras relaciones personales, para publicitar nuestros productos y servicios, para hacer campañas en cualquier ámbito… Y me atrevo a decir que el futuro metaverso aún profundizará más en la importancia de la imagen en nuestras vidas.
Ahora, especialmente a raíz de la generalización de los teléfonos inteligentes, resulta mucho más fácil y rápido que hace escasos años realizar un clip de vídeo de cualquier cosa y de cualquier estilo. También ayuda a ello la existencia de herramientas de edición de uso muy sencillo – no se requieren grandes conocimientos técnicos – y, en el ámbito de la distribución, todo tipo de plataformas y redes sociales.
Pero una cosa es que hoy sea mucho más fácil hacer un vídeo y otra distinta hacerlo bien. En el terreno personal, que la gente haga lo que mejor le parezca, pero en el entorno profesional debe tenerse un especial cuidado, porque un vídeo hecho de cualquier manera – barato, sí, pero cutre también – puede afectar, y bastante, a la imagen de aquella empresa u organización. Sí que pueden hacerse, y se han hecho, campañas con clips de vídeo de estilo home made, para llegar a determinados públicos, pero siempre enmarcados en una estrategia de comunicación planificada y, sobre todo, con el asesoramiento y la experiencia de los profesionales del ramo. Precisamente, para evitar ofrecer una imagen de dejadez y de hacer las cosas de cualquier manera, a salto de mata.
A través de los vídeos, las empresas y organizaciones pueden comunicar, anunciar, informar… tanto al exterior como también internamente. Cada vez hay más entidades que acompañan los tradicionales boletines internos con clips de vídeo para reforzar determinados mensajes hacia sus empleados. Cuando te llega una newsletter con un vídeo de apoyo, casi seguro que lo primero que haces es visionar el clip, ¿cierto? Pues esto es lo que hacemos prácticamente todos.
Por eso es tan importante que el vídeo esté hecho, pensado y diseñado por profesionales. Porque estas imágenes suelen ser la puerta de entrada al resto de contenidos. Preparar un buen mensaje en vídeo, el que sea, tiene sus trucos, que los profesionales del sector conocen bien. Los detalles deben cuidarse para que la imagen que se transmita sea nítida y sin interferencias.
Y esto quiere decir, por ejemplo, cuidar muchísimo el audio, un detalle que a menudo pasan por alto los no-profesionales. Estamos haciendo un vídeo, sí, pero el apoyo del sonido resulta imprescindible: porque miras/escuchas sin problema un clip con imágenes borrosas o movidas, pero con un audio correcto; un clip con una imagen perfecta, pero con un sonido deficiente – que se entrecorta, con decalaje, con un ruido molesto… -, dejas de visionarlo en pocos segundos. Hagan la prueba.
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