Muy a menudo, en los cursos y charlas que impartimos sobre comunicación y sobre comunicación de crisis, nos plantean cuál es la mejor metodología para afrontar la gestión de la comunicación en una situación de crisis, y normalmente, muchos asistentes derivan sus demandas hacia el ámbito de la necesidad de disponer de manuales, protocolos y planes que los ayuden en aquellos momentos donde se pone en riesgo la reputación de sus empresas u organizaciones.
Nuestra respuesta siempre es la misma, las empresas necesitan tener guías que establezcan cuáles deben ser los pasos para gestionar la comunicación. Necesitan saber qué mensajes deben difundirse y cuáles no, necesitan saber en qué momento, necesitan conocer los riesgos que les pueden afectar, necesitan identificar todos, absolutamente todos, los interlocutores que pueden intervenir en torno a sus percepciones y posicionamiento, necesitan disponer de canales y medios de comunicación propios, necesitan saber cómo atender y cómo gestionar los medios de comunicación…
Muchos pueden pensar que esta es la clave. Que sabiendo ¿Como? ¿A quién? ¿De qué manera? ¿Cuando? ¿Qué? …, ya es suficiente, pero en realidad no es así. La buena gestión de la comunicación corporativa y más en situaciones de crisis, requiere tener una determinada cultura, tener instalado en el ADN de la organización todos los conceptos vinculados a la comunicación. Los manuales, los planes, los protocolos son necesarios, sí, pero sobre todo es necesario que los tengamos asimilados, es necesario que no tener que consultarlos cuando los necesitamos.
Un portavoz debe formarse, los mensajes deben prepararse, los medios propios deben estar implementados, los criterios debe formar parte de nuestras habilidades. La comunicación no se improvisa. Y esto se resuelve poniendo a prueba los circuitos, poniendo a prueba la metodología, poniendo a prueba los portavoces, día a día, revisando los riesgos, revisando los interlocutores, formando a toda la organización, constantemente, permanentemente.
Esta es la respuesta. No hay fórmulas mágicas. La clave es generar una cultura sobre la comunicación dentro de las organizaciones y una cultura de la organización dentro y fuera de la misma, sólo así será posible gestionar adecuadamente la comunicación, aunque sea en situaciones de crisis, y generar el posicionamiento correcto de nuestras organizaciones. Debemos dejar atrás el concepto comunicación como un implante, como algo que debe ser pero que no llega a ser y empezar a implementar el concepto cultura de la comunicación dentro y fuera de nuestras organizaciones.
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