Esta es una frase que ha hecho furor entre directivos y responsables de empresas, organizaciones y cargos públicos de todo tipo. Cada vez que las cosas no van bien, el problema es única y exclusivamente de la comunicación, como si la comunicación fuera la llave mágica para evitar desde caídas de ventas a chapuzas de políticos.
Si no es así, ¿a qué se debe esta tendencia habitual en culpabilizar la comunicación de todos los males?
Seguramente encontraríamos muchos factores que determinan que se sitúe la comunicación en el epicentro del problema pero, esencialmente, las claves radican en el hecho de que todo el mundo se atreve a opinar sobre las cuestiones vinculadas a la comunicación porque es fácil frivolizarlas y simplificarlas.
En principio, todos sabemos leer y escribir y este hecho genera que los directivos o los cargos responsables de otras ramas dentro de las organizaciones, se atrevan a marcar criterios sobre lo que deben ser las políticas de comunicación corporativas.
Existe, sin embargo, una segunda razón que es más fundamental en este proceso continuado de degradación de la comunicación y es el hecho de que hoy en día el grado de desconocimiento sobre temas de comunicación es inmenso hasta el punto de que en muchas empresas, algunas de ellas multinacionales, los principales directivos todavía no entienden ni conocen realmente la tarea que deben hacer sus responsables de comunicación: los tienen porque creen que deben tenerlos pero sin saber para qué sirven.
Esta situación no es culpa de los responsables de los departamentos de comunicación, a pesar de que éstos han cedido demasiado fácilmente a las continuas intromisiones del resto de departamentos. Más bien podríamos determinar que existe una gran carencia en el ámbito de la formación de directivos, que deberían tener conocimientos, aunque sean básicos, sobre todo lo que significa la comunicación corporativa.
En la mayoría de los casos las empresas se dan por satisfechas haciendo pequeños cursos de formación de portavoces pero no preparan realmente a sus responsables para adquirir habilidades en la gestión diaria de la comunicación.
Las empresas y las organizaciones deberían incorporar en sus planes formativos y de conocimiento temáticas vinculadas a la comunicación. Seguramente así, la comunicación dejaría de ser el problema y pasaría a formar parte de la solución.
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