Una de las cantinelas que, en los treinta años que hace que me dedico a la comunicación corporativa, he escuchado más veces, es aquella que dice «mejor esperamos» o la variante «no, esto todavía no lo podemos decir». Desafortunadamente, en la mayoría de ocasiones en las que se aplica este criterio, alguien asume el papel que deberíamos haber asumido como organización y, evidentemente, lo que no había que decir o no se podía decir, sale publicado en cualquiera de los múltiples canales de comunicación que tenemos a nuestro alcance. Siempre, o casi siempre, esta es una decisión que toman los responsables de la gestión de una empresa que nada saben de comunicación y que confunden el «no decir» con el «no lo sabrá nadie», desconociendo que si la información está dentro de una organización, automáticamente está fuera. Hoy, la comunicación la hacen las personas y no las empresas y, por tanto, la información circula sin paredes que la puedan detener.
Si tú no lo dices, alguien lo dirá
Ya no es relevante si sale o no sale en los medios de comunicación. Lo que es relevante es que si tú no lo dices, alguien lo dirá. Y el mensaje difundido no coincidirá con aquel contenido que más nos hubiera gustado o que preserva mejor la reputación de nuestra organización. Pensar, desde la más absoluta ignorancia que aquella avería, que aquel cambio de ejecutivos, que aquel cierre, que aquellas inversiones que se hacen o que no se hacen, o que aquel proyecto quedará oculto por el simple hecho de que la dirección de una organización ha decidido que no es el momento, hoy significa no saber, no conocer y no entender qué implica la comunicación.
El tiempo para comunicar se ha reducido a 0
Los responsables y las responsables de comunicación siguen teniendo delante el muro del analfabetismo comunicativo por parte de las cúpulas directivas de las empresas y eso no se cura con el tiempo, se cura con formación, con pedagogía y con transmisión de conocimiento continuado. Para aquellos que no lo sepan aún, la comunicación ha dejado de ser la hermanita pobre del día a día de las organizaciones por el simple hecho de que hoy, todo es comunicación y el tiempo para comunicar se ha reducido a cero.
Pensar que no saldrá publicado es un concepto corto de miras en las complejidades actuales. Hoy una empresa tiene a su alrededor a sus propios trabajadores, los proveedores, los clientes, sus entornos, las administraciones a las que deben dar cuentas, las empresas de la competencia, los vecinos y vecinas de los municipios donde se ubican … y todos, absolutamente todos, son medios de comunicación y fuentes de información y, por tanto, aquel Whatsapp que circula, aquel tuit, aquel correo electrónico son hoy los nuevos medios de comunicación. No decirlo pensando que nadie lo sabrá es el equivalente a ser sordo y ciego en el mundo actual.
Y es evidente que aún prevalece aquel concepto de información confidencial, pero una cosa es la confidencialidad y otra muy distinta es dar la espalda a la comunicación cuando toca y cuando, queramos o no, todo el mundo lo sabe. Y mientras tanto, la reputación sigue en manos de la providencia.
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