En las últimas semanas hemos vivido y aún estamos viviendo, el llamado caso de la carne mechada que ha sido la responsable del mayor brote por listeria ocurrido en España. Con 204 afectados, 197 en Andalucía, y 3 fallecidos confirmados por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). La carne mechada había sido elaborada por la empresa Magrudis S.L. bajo la denominación comercial «La Mechá».
No deja de sorprender que situaciones que deberían estar muy controladas porqué están sometidas a todo tipo de protocolos de gestión, terminan por ser grandes ejemplos de mala gestión de una crisis, generando desconcierto, preocupación y enfado en la población.
La simple cronología de los hechos permite entender parte de la situación. El 28 de julio se detecta un primer brote de intoxicación por el consumo de la carne de Magrudis. El 14 de agosto ya se contabilizan más de 30 personas hospitalizadas pero no es hasta el 15 que se decreta públicamente la alerta sanitaria, es decir, diecisiete días después del primer caso. Y no es hasta el 19 de agosto que el presidente de la Junta de Andalucía hace un tuit comentando el tema.
Primer error
La falta de información y de respuesta pública debería ser la primera tarjeta roja que habría que enseñar a los responsables de gestionar esa situación, pero quizás, aún peor que eso, fue la total ausencia de empatía con los afectados y la falta absoluta de recomendaciones para el resto de la población. No solo necesitamos saber lo que pasa, si no que también necesitamos saber qué debemos hacer ante lo que pasa.
En materia de salud alimentaria, como en situaciones de catástrofes, de incendios o crisis sanitarias existen, más que en otros terrenos, multitud de protocolos que contemplan todos los procesos a seguir. Deberíamos preguntarnos si el problema radica en esos protocolos o, por el contrario, el verdadero problema no son los planes de gestión, sino las personas que deben gestionar esas situaciones.
¿Son suficientes los protocolos?
Durante muchos años se ha puesto el acento en tener cuantos más protocolos mejor, pero se ha insistido poco en la capacidad de gestión de las personas que están al frente de cada escenario o situación y en consecuencia en su formación. ¿qué sabe de gestión de crisis el presidente de la Junta, su consejero de Salud o el alcalde de Sevilla? ¿qué puede saber de comunicación de crisis la empresa afectada? Es evidente que sabían nada o poco de esos temas cuando las reacciones han sido tan poco acertadas.
Formar, formar y formar es la clave para gestionar adecuadamente las crisis. Los protocolos no únicamente se deben cumplir, se deben saber gestionar. No se trata solo de saber apretar el botón adecuado en cada caso, sino de saber cuando hay que tocar cada botón. Una vez más, hemos visto como persiste la tendencia a apagar el fuego. En este caso, retirando, tarde, del mercado la carne contaminada, pero nos olvidamos de quién esta sufriendo la situación, de los afectados, de sus familiares, de la población en general. Hemos retirado la carne y pensamos que hemos resuelto el problema y nos olvidamos de dirigirnos a los que realmente han sufrido el proceso. Suspenso total pero con mucho por hacer.
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